HISTORIA

Santiago Berlagoscky, fundador de Tiempo de Dar, tuvo relación con el cáncer desde muy niño. Por caminos de la vida su padre, Simón Berlagoscky, apadrinó a una niña con cáncer en la Fundación María Jesús Vergara y después de eso siguió apadrinando otros casos. Desde ese minuto, Santiago decidió acompañar a su padre desde que él tenía siete años, etapa en la que conoció, aprendió, jugó y vivió lo que es el cáncer y lo que conlleva.

Con el tiempo fue aprendiendo y creciendo en torno a la enfermedad, hasta que tuvo la mala noticia de que su madre enfermó de cáncer. Con esto, decidió alejarse un poco de la enfermedad y de los hogares. En una ventana que permitió a Santiago tener más tiempo con su madre, decidió volver de a poco a lo que hacía desde niño; ya que sentía que tenía algo que devolverle o que se podía lograr algo. Con este impulso, decidió arreglar su horario para comenzar a asistir al hogar María Jesús Vergara a acompañar a los niños y sacarlos de su rutina una vez a la semana

En primer año de universidad es donde partió todo. Comenzó a ir una vez a la semana a jugar, estar, compartir y escuchar a los niños y sus acompañantes, logrando así entender las distintas historias que acompañan a las familias. Fue ahí donde Santiago se dio cuenta de que se podía hacer algo más. Por medio de las redes sociales, se podía lograr eliminar el estigma que como sociedad hemos sembrado hacia las fundaciones, hogares de acogida y niños, que son lugares donde hay enfermos. Sin embargo, a pesar de que padecen una enfermedad, son niños que tienen ganas, sueños, metas, que quieren y están haciendo todo por salir adelante.

Es por esto, que junto a la fundación, se comenzaron a hacer actividades semanales. Con este proyecto en marcha, nos azotó la pandemia, la cual nos obligó a adaptarnos. Ahí nació el concepto «Tiempo de Dar”, en donde se invitaba a la gente, en un momento donde tanto a nivel país como mundial, había más tiempo, pero menos recursos económicos, a hacer diversas actividades como yoga, cocina, magia, entre otros.

Con el transcurso de las actividades, se dio cuenta de que este modelo era replicable en otras casas de acogida mientras duraba la pandemia. Luego de que esta se apaciguó había que darle un segundo giro a lo que se estaba haciendo y ver cómo se podía seguir ayudando.